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martes, 15 de septiembre de 2009

Dos en la carretera

Su presencia en las carreteras puede despertar el temor en algunos conductores, pero es siempre sinónimo de seguridad para todos. La Guardia Civil de Tráfico lleva 50 años cumpliendo su misión de vigilancia, auxilio y control del tráfico en las vías interurbanas.



Muchas cosas han cambiado desde aquel verano de 1959 en que se creó la Agrupación: las viejas libretas para anotar las denuncias han sido sustituidas por sistemas informáticos, las motos apenas tienen nada que ver con las de entonces y algunos de los aparatos que utilizaban antaño han quedado tan obsoletos como su propio nombre: “trafipass”, “regloscope”…

“En un primer momento, en el equipo de atestados llevábamos una tiza para marcar la carretera y una cinta métrica; más adelante ya pudimos contar con cámaras fotográficas, con las que obteníamos unas imágenes muy apreciadas por los jueces”.

Así lo recuerda el capitán Manuel Cascón Vázquez, uno de los fundadores de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en Galicia, que la pasada semana recibió un homenaje junto con otros pioneros como el teniente José Constenla Fariñas y los guardias Emilio Serrano Asenjo, Joaquín Seoane López y Mariano Ortego Lope. Algunos de ellos evocan cómo eran aquellos inicios, con pocos medios materiales y mucho trabajo. Unos años en los que los agentes se ponían periódicos cuando iban en moto para protegerse del frío y del viento; una época de escasez de equipamiento adecuado y jornadas extenuantes de trabajo… y todo ello en unas carreteras que nada tienen que ver con las actuales.

Todos recuerdan las dificultades con que se encontraban en unas carreteras en las que no había arcenes y que “eran un auténtico martirio”. Por no mencionar los autocares que iban a las ferias, con pasajeros y animales, y en los que “te podías encontrar con 30 personas en la baca”.

Desde el final de la Guerra Civil, las labores de vigilancia de las carreteras las realizaba la llamada Policía Armada y de Tráfico. Con la creación de la nueva Jefatura de Tráfico mediante una ley de 31 de julio de 1959, las competencias pasaron a desempeñarlas efectivos de la Guardia Civil, con un cuerpo específico de Tráfico integrado en un primer momento por 559 agentes al mando de un coronel. En la actualidad son casi 10.000 los guardias civiles que llevan a cabo funciones de vigilancia, auxilio y asistencia a los conductores. En Galicia son unos 900 los agentes que velan por la seguridad en las carreteras de la comunidad.

El capitán Manuel Cascón fue uno de los fundadores de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en Galicia. Tras realizar un curso en El Escorial y realizar un mes de prácticas en Benavente, en septiembre de 1960 se convirtió en uno de los primeros agentes de la provincia de Ourense. Ahora, a sus 70 años, echa la vista atrás y no duda en destacar “la calidad humana y la tremenda ilusión” de aquel grupo de jóvenes con el que compartió las primeras misiones de vigilancia y auxilio en carretera. Con una media de edad de 22 años, aquellos primeros agentes pusieron las bases de una labor que a lo largo de los últimos 50 años ha contribuido a la seguridad en nuestras carreteras y ha salvado cientos de vidas.

“Desde el primer momento se nos inculcó que la misión preventiva era más importante que la sancionadora —enfatiza Manuel Cascón—, y de hecho en la Agrupación nos insistían en que nos esforzásemos en las labores de prevención, aunque ello conllevase que tuviéramos una mala imagen”. En aquellos primeros momentos de su actuación en las carreteras tenían que superar no pocos obstáculos y aprender nuevas disciplinas; hacían cursos de socorrismo para poder prestar atención a los heridos “y ante la falta de camillas a veces teníamos que pedir una puerta o una tabla a los vecinos para evacuar a los accidentados”.

Escasez de medios
“Medios teníamos muy pocos, hasta el punto de tener que compartir las motos e incluso los impermeables, pero a base de sacrificio conseguimos superar todas las dificultades”, recuerdan los veteranos gallegos de la Guardia Civil de Tráfico. Y es que la Agrupación les facilitaba el chaquetón, el casco y poco más… el resto del uniforme tenían que pagarlo de su propio bolsillo. En Ourense la plana mayor estaba entonces al mando de un teniente, con un motorista acompañante; en la oficina había un cabo, y un guardia para administrar todo; las patrullas de la capital estaban formadas por seis motoristas, un sargento de mando y dos cabos. Además de en Ourense capital, había también destacamentos en Trives y Verín, así como un coche de auxilio cerca de Ribadavia. En total, en la provincia ourensana la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil la componían cerca de 50 personas. Veinte años más tarde, en los primeros años 80, cuando Manuel Cascón asumió el Subsector ourensano, el personal superaba ya los 120 efectivos.

Durante los últimos 50 años se ha producido en España un importante aumento en el parque de vehículos. Si en 1960 había un millón de vehículos matriculados, en la actualidad son más de 31 millones. Otro dato que ha destacado durante los últimos días la Dirección General de Tráfico es que en los últimos 50 años un total de 250.000 personas han perdido la vida en la carretera. Por ese motivo, las autoridades se vienen esforzando por concienciar a la ciudadanía mediante campañas de seguridad vial.

En aquellos primeros momentos de la Agrupación de Tráfico, los guardias civiles hacían los cursos por especialidades. “Yo hice el de motorista —nos dice el capitán Cascón— y posteriormente otros cursos… te ibas reciclando”. Antes había salido ya como cabo de la academia de Valdemoro. Tras poner en marcha la Agrupación de Tráfico en Ourense, tres años más tarde, con 23, fue destinado a Bilbao y posteriormente a Corcubión. Después estuvo en A Coruña, de nuevo en Ourense y más tarde en la localidad castellonense de Benicarló, hasta que finalmente recaló en Pontevedra, donde llegó a ser responsable del subsector de Tráfico.

Las motos, compañeras inseparables
Durante sus primeros años, la mayoría de los servicios los prestaba en moto. “En Ourense hacíamos desplazamientos diarios de más de 300 kilómetros, en los que pinchábamos dos o tres veces”. Con todo, el capitán Cascón recuerda con cariño aquellas motos con las que empezaron a trabajar en Galicia, salvo las Sanglas “que eran muy peligrosas y en ellas murieron bastantes compañeros”. Después de las DKW y las Sanglas contaron con unas BMW R26 que “tenían el motor fijo y se rompía mucho el chasis”; más adelante llegaron las BMW R27, “una buena máquina con la que hacíamos kilómetros y kilómetros”. El problema que tenían era el de los repuestos, por las dificultades con las licencias de importación. Por la cuenta que les traía, los guardias civiles de Tráfico tenían que aprender todo lo relacionado con la mecánica.

A lo largo de su dilatada trayectoria profesional Manuel Cascón ha vivido momentos muy duros al asistir a las víctimas de accidentes de tráfico. El primero que le quedó grabado fue la muerte de un joven motorista: “Fue en Corcubión; dos chavales que iban en motocicleta se salieron de la carretera y a uno de ellos la varilla del espejo retrovisor le atravesó la frente… Son momentos muy duros, como la explosión de un camión cargado con material peligroso cuando prestaba servicio en Benicarló; tuvimos que desalojar varios edificios”.

También ha presenciado hechos sorprendentes, como cuando “tras un grave accidente y después de haber llevado los restos del vehículo al taller escuchamos unos lamentos que salían del amasijo de hierros… era un bebé que había salido indemne del tremendo accidente”.

Son muchos los recuerdos que se agolpan en la memoria de los pioneros de la Guardia Civil de Tráfico, pero por encima de todo destacan su principal compromiso: velar por la seguridad de las personas en nuestras carreteras. Hoy, como hace 50 años
Via:http://mas.laopinioncoruna.es/

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